EDITORIAL VILANO JUNIO 2023
El valor del silencio por Mónica Salvador Traub
“Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, no lo digas”
Proverbio árabe
A propósito de una ida al neurólogo para despejar dudas respecto de mi salud neuronal, debido a algunos despistes y olvidos que empezaron a preocuparme como posibles síntomas de algo más complejo, he estado pensando mucho en el valor del silencio en la era del ruido y el estímulo permanente e inmediato con que somos bombardeados a diario. Tras una larga charla y un par de exámenes, el médico concluyó que lo mío más que una incipiente demencia o Alzheimer, era más bien estrés acumulado y mala higiene del sueño. Además, me comentó que en estos días es imposible no estresarse con tanto estímulo permanente, para el cual nuestro cerebro no está adiestrado. Se sabe que desde la llegada de la era digital, la concentración del cerebro humanos ha disminuido notoriamente, lo que provoca muchas veces frustración por no ser capaz de concentrarse en una tarea, por fácil que esta sea.
Poco a poco confirmé que eliminando o espaciando los distractores del sueño, fue posible un mejor descanso, e incluso mirar con otra perspectiva aquel asunto que “rumiaba” hacia días, porque lograba descansar. Cansado, siempre piensas peor y estás más irritable. Yo tengo un horario muy marcado a la hora de dormir y cada vez que he luchado contra éste, sigo de largo y el insomnio me arrebata de los brazos de Morfeo.
El experimentar el silencio en un mundo que privilegia el ruido, el movimiento y estar en permanente estimulación, es un lujo en estos días. Un lujo que podemos cultivar en la medida que nos lo propongamos. Es imposible salirse de la modernidad y sus características, pero siempre es posible promover en tu pequeño espacio, un oasis de silencio.
Busqué testimonios de silencio como experiencia positiva. Encontré una que me pareció fascinante por la templanza que demostró tener su protagonista.
Se trata de lo vivido por el astronauta Michael Collins cuando viajó con sus compañeros Neil Armstrong y Buzz Aldrin en julio de 1969 hasta la luna. Mientras Aldrin y Armstrong pisaban suelo lunar, Collins se deslizó en el lado oculto de la Luna a bordo del módulo Columbia. Ningún humano había llegado tan lejos. Durante 27 horas, el piloto estuvo allí completamente solo, desconectado de cualquier forma de vida conocida. Se dijo entonces que Mike Collins había experimentado la soledad que ningún otro humano había conocido. Éste contó que lo más abrumador de su experiencia había sido el apagón de las comunicaciones, con un silencio ensordecedor pero que entonces puso atención a su alrededor y vio que “Las estrellas estaban en todas partes. Había una majestuosa y elegante sensación de movimiento mientras me deslizaba en total silencio y con absoluta suavidad. Estaba feliz”. De eso se trata: de recoger el hilo que nos conduce a experienciar el presente en silencioso afán.
Caminar por el bosque en silencio también puede ser una gran experiencia para nuestra conciencia. Hacernos parte de lo que nos rodea. Aprender e identificar nuevos sonidos de la naturaleza. Escuchar tu propia respiración y tus pasos sobre las hojas.
El silencio no es renuncia, sino contención, pausa, reflexión. El silencio es prudencia. El silencio es elocuente. Hay silencios que dicen más que mil palabras. Hay silencios que gritan, que consienten, que censuran, que claman, que duelen... El lenguaje es palabra y silencio. “Hay un tiempo para callar y un tiempo para hablar” (Eclesiastés).
¿Bonito verdad?
Para terminar, quiero recomendarles la canción del Silencio de Simon &Garfunkel
O la lectura del libro “El silencio en la era del ruido” de Erling Kagge, un aventurero y editor noruego, que explora, a partir de su experiencia personal y de las ideas de filósofos, escritores y artistas clásicos y modernos, la importancia de aislarse del mundo”.
O “El silencio, aproximaciones” del docente de la universidad de Estrasburgo, David le Breton, “quien hace una reflexión sobre el silencio, analizando la saturación comunicativa en la que vivimos. Para Le Breton no son tiempos para la calma ya que el imperativo de la palabra está por encima. Considera que, en la actualidad, los medios de comunicación no dan respiro y que cuando hay falta de sonido, algo falla. Una observación por el mundo moderno de la palabra, el de replicar y no escuchar, el de los silencios imprescindibles pero eliminados”.
O “Biografía del silencio. Breve ensayo sobre meditación” de Pablo Dórs, escritor y sacerdote, quien plantea la meditación como método para reencontrarse con el silencio. Una reflexión basada en su propia experiencia en la que se muestra cómo alcanzarlo”.
Disfruten el silencioso placer de leer.
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